La palabra
Ictus hasta hace poco solo se oía en los ambientes neurológicos aplicable a
cualquier alteración neurológica que sobrevenía de improviso, súbitamente y
dejaba secuelas graves.
En puridad, cualquier afección neurológica de comienzo
brusco, inesperado, es un ictus. Por eso incluso se aplicaba a las crisis
epilépticas el llamado “ictus epiléptico” que, aunque no deja secuelas graves,
es de comienzo repentino, “ictal”. Sin embargo, lo más corriente era aplicar el
término a las enfermedades que dejan grandes secuelas, principalmente la
hemorragia o el infarto cerebral. Estas son las tres grandes causas de ictus.
En realidad, “ictus” es prácticamente sinónimo
de lo que clásicamente se llamaba “accidente cerebrovascular agudo” (ACVA), ya
que la epilepsia es algo distinto y nunca hizo fortuna el término de ictus
epiléptico. Para describir un ictus epiléptico se suelen usar los términos de “ataque”
o “crisis” epiléptica.
Las causas del ictus son las mencionadas:
hemorragia cerebral o infarto cerebral. El infarto puede ser por una embolia o
por una trombosis. En general se trata de una zona del cerebro que se queda sin
riego sanguíneo, y por tanto sin oxígeno. Las células cerebrales solo aguantan
3 minutos sin oxígeno, al cabo de las cuales mueren o quedan muy lesionadas. De
ahí todos los esfuerzos que se hacen para instaurar un tratamiento precoz,
aunque ni siquiera con este tratamiento precoz se consigue eliminar las
secuelas. Las cifras son muy elocuentes. Hay miles de ictus al año, y es la
causa de muerte más frecuente en mujeres.
Sin duda alguna, Lo mejor es prevenirlo y
evitarlo. Para conseguir alejarlo, lo mejor es mantenerse delgado, o – al menos
– sin sobrepeso, con cifras de tensión normales y, a ser posible, con el
colesterol y los triglicéridos en cifras igualmente normales. Con eso, es
difícil que sobrevenga un ictus, aunque – como siempre en Medicina – no se
puede asegurar al 100% que no ocurrirá.
Como dice el segundo título de esta obra “La
enfermedad no avisa” y eso es particularmente cierto con el ictus, aunque hay
varios factores de riesgo, que pueden ser premonitorios.
Es muy cierto también el tercer título, de
cómo hay que aprender a convivir con él. En realidad hay que volver a
aprenderlo todo: a vestirse, a caminar, a andar, a correr, a manejar los cubiertos
para comer, a escribir, a conducir. Eso lleva a la desesperación, pues además
ya no se tiene la agilidad de la infancia o juventud, ni la capacidad de
aprendizaje. El sufrimiento es sencillamente atroz. Se deja de disfrutar de la
vida y se desea sinceramente la muerte.
Con frecuencia se imbrican otras enfermedades
propias de las personas mayores, como prostatismo, bronquitis, EPOC, etc. que
son aún más penosas que en los sujetos neurológicamente intactos. La vida
pierde casi todo su atractivo y el paciente se conforma con sobrevivir en el
día a día, y poco más.
Lo siento mucho. Había encontrado ese artículo (el de Guadamía) y me pareció muy interesante. Espero que hayas mejorado.
ResponderEliminarEstimado Dr.izquierdo. Soy la madre de Paula Alonso del Olmo, paciente suya en Valdecilla, tratada con Radioterapia en el Hospital San Fco.de Asís de Madrid, enviada por usted.
ResponderEliminarGracias a Dios y a Ud.hoy en día está muy bien.
Quiero reiterarle mi inmensa gratitud por su calidad humana y profesional. Personas y doctores como usted no deberían de alejarse nunca de sus pacientes que tanto necesitan y menos por enfermedad. Muchísimas gracias Dr.
Izquierdo.
Espero mejore de su dolencia y disfrute de la vida lo más que le sea posible. Reciba un fuerte abrazo de esta familia
Hola doctor izquierdo
ResponderEliminarSoy su paciente ideal😁
Le deseo lo mejor y ya sabe mi casa está abierta para usted...por su sabiduría y por escucharme....siempre me quedara su ataque de risa en mi recuerdo cuando me quitaba los puntos🤔