martes, 6 de febrero de 2007

Violencia de género (sólo gramatical)

A mi me parece que Oviedo es una ciudad ruidosa. Entre las motos, las bocinas de los coches (que suelen sonar para descargar un enfado o para saludar a un conocido, rara vez por necesidad) y las frecuentes y abundantes obras urbanas, hay más decibelios que amabilidad y más ruido que silencio. Hace pocos días, a los mencionados tormentos se unió el del altavoz instalado en un coche que, con elevada intensidad de sonido e insuperable vehemencia, solicitaba de los ciudadanos la asistencia a determinada manifestación. Se lo pedía con insistencia a “todos y a todas”...
Lo de “todos y todas” añadió tormento gramatical al suplicio acústico. Recordaba eso de “ciudadanos y ciudadanas” o lo de “vascos y vascas” del señor Ibarreche, pero que -por referirse ya inicialmente a “todos”- todavía chirriaba más. La señora del altavoz, como muchos políticos, ignora que en castellano, como en muchas otras lenguas, el masculino, sobre todo en plural, es género también inclusivo del femenino. Si decimos: “ todos los jubilados recibirán una paga extra” estoy seguro de que las mujeres que ya no trabajan también exigirían su dinero. Si dijeran “todos los jubilados y todas las jubiladas recibirán etc.” sería una cursilería, un pleonasmo y -sobre todo- una incorrección gramatical. Si leemos “los perros ladran”, ya entendemos que las perras tambien lo hacen.
Eso es así mientras los españoles hablemos como hablamos y la gramática sea la que es, aunque pueda disgustarles a algunas feministas y a no pocos “feministos”.
Cuando se habla de estos temas y como para compensar, casi siempre hay alguien que dice: “también hay palabras que son siempre femeninas e incluyen a los hombres, como periodista o artista”. Esto, en realidad, no es exacto, pues esas palabras no son femeninas, sino comunes, y ésto es harina de otro costal y nada tiene que ver con lo anterior. Lo que ocurre es que en castellano hay nombres comunes en cuanto al género y también nombres epicenos. Los nombres comunes “no poseen género gramatical determinado y se construyen con artículos, adjetivos y pronombres masculinos o femeninos” , por ejemplo los mencionados artista y periodista. Para referirnos al género tendremos que decir “el artista o la artista”, segun los casos. Buen periodista o buena periodista. Estos son los nombres comunes. Los epicenos tienen un solo género y este género designa a ambos, como hormiga, ballena, milano, etc. Estos no admiten mas que el artículo de su género, y así no podemos decir “el hormiga”; en “la hormiga” van incluidos el macho y la hembra.
Otro asunto distinto y que conviene deslindar de los anteriores, es el que se plantea con los nombres de algunas profesiones, que antaño eran privativas de los hombres pero que ahora las desempeñan también mujeres, como médico, abogado, juez, etc. Ahí se demuestra que el lenguaje es algo vivo que cambia sin cesar, y así como hace años solía decirse “la ministro” o “la catedrático” o “la médico”, ahora casi todos decimos ministra, catedrática o médica. Es la evolución de la lengua, que -en este caso- es notable evolución, pues no sólo ha cambiado el género, sino también el significado de la palabra, ya que hace años, al menos en los pueblos de Castilla, “la jueza” designaba a la mujer del juez. Recordemos “La Regenta”, que no era sino la mujer del regente. Ahora en cambio, si oímos hablar de la médica, todos pensaremos en una profesional de la Medicina y no en la mujer del médico.
En resumen, que “todos” ya incluye a “todas”, y no es necesario especificar el género tan extremosamente. A veces las hipercorrecciones también son faltas. Espero que “todos” estemos de acuerdo.

1 comentario:

  1. Discrepo, quizá mi argumentación no sea tan explícita como la suya... Sencillamente es cuestión de equilibrio. Eso se percibe, sin mas. El cambio es interesante pero en ocasiones acontece tan lento que una desfallece.

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