martes, 6 de febrero de 2007

De los genes del rey

He leido ya varias veces - y recientemente en un gran anuncio en La Nueva España- que nuestro rey D. Juan Carlos desciende de D. Pelayo, primer rey de Asturias. Si esta descendencia se entiende como mera linea sucesoria en el trono, nada hay que objetar a la afirmación, aunque - en ese caso- poco tiene de peculiar. Si por el contrario se entiende como descendencia genética, es decir, como parentesco de sangre mas o menos directo, creo que la afirmación no es exacta. Como quiera que siempre he pensado que nuestro rey no desciende de D. Pelayo, sino de Pedro, duque de Cantabria (y de Bermudo I el diácono, rey de Asturias) y a la espera de más autorizadas plumas que me corrijan, quisiera exponer brevemente las razones que me llevan a sustentar la mencionada opinión.
Como es sabido, el hijo de D. Pelayo, llamado Favila, murio joven, segun se cree a resultas de las heridas que un oso le infirió en una cacería. Le sucedió el yerno de Pelayo, de nombre Alfonso, que era hijo de Pedro, duque de Cantabria, y que estaba casado con Ermesinda, hija de Pelayo. Este gran guerrero reinó en Asturias como Alfonso I.
Del matrimonio entre Alfonso I y Ermesinda nació Fruela I, hombre de carácter áspero, que mató “por su mano” a su hermano Vimara, y fue a su vez asesinado en Cangas. Antes se había enamorado de una “cautiva vasca” llamada Munia, de la que nació Alfonso (después sería Alfonso II), que sólo tenía cinco años de edad cuando su padre fue apuñalado.
Quizá por ello, a Fruela I no le sucede su hijo, demasiado joven, sino su primo Aurelio (hijo de otro Fruela, hermano de Alfonso I y por tanto también hijo de Pedro) , y a éste Silo, que accedió al trono por haberse casado con Adosinda, hija del rey Alfonso I y por tanto hermana de Fruela I y nieta de D. Pelayo por parte de madre y de Pedro por parte de padre. Silo y Adosinda no tuvieron descendencia, por lo que parecía lógico que, muerto Silo, el trono fuera para Alfonso II, hijo de Fruela I, bisnieto de Pelayo y sobrino de Adosinda, reina viuda de Silo. El muchacho, que ya tenía unos quince años, parecía que valía para el oficio, pero un hijo bastardo de su abuelo Alfonso I (es decir un tío bastardo) llamado Mauregato, dio un “golpe de estado” y reinó durante cinco años. A su muerte subió al trono Bermudo el diácono, que era hijo del Fruela cántabro hermano de Alfonso I. Este Bermudo era por consiguiente hermano de Aurelio y nieto de Pedro, duque de Cantabria.
Bermudo, poco guerrero en tiempos violentos, abdicó al poco tiempo a favor de su joven primo segundo Alfonso, con lo que al fin reinó Alfonso II el Casto, que lo hizo durante cincuenta años, pero - haciendo honor a su sobrenombre- no dejó descendencia.
A Alfonso II le sucede Ramiro, que era hijo de Bermudo y por tanto nieto del Fruela cántabro y bisnieto de Pedro, duque de Cantabria. Ni Bermudo ni su hijo Ramiro tienen, según creo, genes provenientes de Pelayo, que se acaban en la castidad de Alfonso II.
Desde Bermudo y Ramiro hasta Juan Carlos sin duda hay sucesión mas o menos directa, incluso cuando la casa de Borbón sucede a la de Austria. Pero parece poco probable que nuestro actual rey tenga sangre pelagiana, aunque sí la tiene de Pedro, duque de Cantabria, de su hijo Fruela (el que no reinó, aunque fue padre de reyes), del hijo de este último, el rey de Asturias D. Bermudo I el Diácono y -obviamente- de todos sus sucesores hasta nuestros días.

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